Paula Verde / Mamá de 3 niños de 8, 10 y 12 años /
¿Cuáles son para ti la Cara A y la cara B de la maternidad?
La cara A es que estoy descubriendo, o que he descubierto y voy descubriendo cada día en mí, una nueva persona, una nueva Paula, que desconocía; porque yo no tenía ni idea de cómo era esto de la aventura de ser madre. Pues en muchas ocasiones he tenido que reinventarme y entonces sale de mí una nueva Paula afrontando nuevos retos que me gusta.
La cara B, quizás, es que he aprendido que el dolor se puede multiplicar por infinito y las preocupaciones también. Es decir, tus preocupaciones pasan a un nivel completamente distinto, donde las tuyas personales están en un segundo plano y las de tus hijos se ponen delante de todo. Y a su vez, cualquier cosa que le pueda pasar supone un sufrimiento inimaginable: el resultado de una prueba o la hospitalización de un hijo, o que le pueda pasar o le pase y te comuniquen que le ha pasado cualquier cosa. Se sufre lo que no hubiera sufrido nunca por mí misma.
– ¿Cuáles son tus pilares en la crianza?
Quiero que mis hijos sean el día de mañana unas personas creadoras de un mundo más justo. Unas personas que habiten una sociedad con muchísima más igualdad, en cuanto a género y en cuanto a seres humanos. Es decir, quiero que de la experiencia y la vivencia que tenemos, aprendan la importancia de que todas las personas tenemos el mismo valor.
De repente, entonces, hay un montón de cosas que otras personas consideran sus pilares, que, para mí, pasan a un segundo plano y todo se relativiza, ¿no? Entonces, sí que hay cosas, que en el día a día, me parecen importantes. Bueno, respeto mucho sus horarios, sobre todo, especialmente el de descanso, la alimentación, el que cumplan sus tareas, el que sean responsables, el que aprendan el valor de las cosas, pero, especialmente, por encima de todo, que aprendan a ser seres humanos que respeten y que valoren a las personas por lo que son. Entonces, para mí, hay un montón de cosas, que la gente le da importancia y que yo no se la doy.
– ¿Qué has aprendido en esta nueva aventura?
He aprendido precisamente a darle menos importancia a las cosas que no la tienen. Y he aprendido a disfrutar de los mínimos detalles. Yo con mis hijos he vuelto a vivir cosas que se me habían olvidado. Sabes aquello del Principito, ¿no? De que todos tenemos que recordar o no debemos olvidar el niño que fuimos. Pues esto es lo más bonito que le puede pasar a alguien. Descubrir en los niños el yo que un día fuiste. Entonces, su inocencia, su asombro, su disfrute en cada cosa, a través de la libertad y de la mirada limpia, me parece fascinante. Vamos, que estoy aprendiendo, a la vez que, maravillándome con su crecimiento y con lo que ellos me pueden enseñar cada día.
– ¿Qué consejo darías a madres que están a punto de tener a su bebé que te hubiese gustado saber en aquel entonces?
Pues que disfruten de todo, de cada momento, de cada instante. Ya sé que es un tópico, pero que intenten ver siempre el aprendizaje positivo, incluso en los malos momentos. Y que no se pierdan en detalles superficiales las verdaderas experiencias. Que al final del día piensen en todo lo que le ha reportado el día el estar con sus hijos o con su hijo. Que no se pierdan por otras cuestiones, como puede ser el trabajo o como pueden ser las preocupaciones por cosas que al final no tienen importancia; los momentos importantes para ellos. Porque los momentos compartidos, al final van a ser un recuerdo estupendo para nosotros y para ellos.
Esto ya está enfocado para personas que quieren ser madres, aunque insisto en que…Yo, por ejemplo, siempre he tenido la sensación de que quería ser madre, pero, que igualmente, para mí, tiene que haber un respeto absoluto hacia esas personas que deciden no serlo. Porque socialmente tenemos una presión muy grande, especialmente las mujeres, y parece muchas veces, que, si no tenemos esta parte, pues que no somos del todo completas.
Me gusta insistir porque tengo muchas amigas que no son madres, voluntariamente o que no lo han podido ser, y, sin embargo, tienen otras cualidades o tienen otras vivencias, intensas y maravillosas, y han podido dedicar su vida, pues a otras cosas. Eso sí, algo que sí que me parece muy importante, y es que, aunque yo diga que soy una persona fascinada por los niños, por su aprendizaje y que me gusta no perderme cada momento de su crianza, sí que hay algo que me parece fundamental y que yo lo he experimentado en primera persona. Y es no olvidarnos de nosotras mismas, es decir, que en todo este tema de la maternidad no nos olvidemos que tenemos un nombre y unos gustos propios, que, de repente, la maternidad no nos eclipse como persona y que hay muchas cosas que no tenemos que renunciar por la maternidad. Que hay tiempo para todo, pero que no podemos olvidarnos de nosotras y de dedicarnos tiempo a aquello que nos hace diferentes o que nos caracteriza, que no perdamos nuestra esencia.
No soy de las personas que le guste especialmente estar todo el día hablando de los hijos, en absoluto. Soy una persona que estoy encantada, maravillada y aprendiendo, pero, reconozco que escapo un poco de esos grupos de madres que hablan constantemente de sus hijos. Por eso insisto mucho en no perder nuestra propia identidad como mujeres en todo este mundo y aventura de la maternidad.